Se calcula que en nuestro país, un tercio del parque automovilístico español cuenta con motores turboalimentados, lo que supone casi 10 millones de vehículos con turbo. Si estás leyendo esto seguramente sea porque tu coche pertenece a uno de estos 10 millones de vehículos y quieres aprender a cuidar el turbo del coche.
En el caso de que no hayas tenido ninguna, lamentablemente, nosotros te lo adelantamos: las averías relacionadas con el turbo son muy costosas, y en muchas ocasiones es la razón por la que los coches, con más de 10-12 años, se declaran siniestros. Si tienes un motor turboalimentado este post te será de gran ayuda ya que te detallaremos los 5 mejores consejos para cuidar el turbo de tu coche.
📌 Índice
Un buen mantenimiento es la base de todo cuidado
El primer consejo es tan básico como necesario. En este punto hemos de fijarnos en el aceite de nuestro vehículo. Este componente es la sangre del motor, es el que consigue que el turbo y, en general, todos los elementos del motor funcionen. Es por ello que no debemos escatimar a la hora de escoger el mejor aceite para nuestro motor, o al menos el recomendado por el fabricante. Como recomendación os comentamos que los aceites de mayor calidad son los sintéticos, los que más kilómetros pueden recorrer sin necesidad de cambiarlos.
Otro punto destacado respecto al mantenimiento recae en los filtros, estos se encargan de que la mecánica de tu vehículo esté protegida de las impurezas y residuos del aceite. Comprobar el nivel de aceite es también obvio, y de vital importancia, puesto que es importante para no sufrir daños irreversibles en nuestro vehículo.
El motor siempre en su punto óptimo de revoluciones
Es muy común, de hecho hasta lo enseñan en muchas autoescuelas, conducir con la marcha más larga posible con el fin de ahorrar combustible. Lamentamos decirte que «has vivido engañado» porque ni ahorras combustible, ni es bueno para las piezas principales de nuestro motor. De hecho, si tenemos un coche turboalimentado y conducimos a un número de revoluciones bajas, hemos de saber que nuestro turbo no alcanzará la presión de soplado que necesita y por lo tanto no funcionará de manera correcta. Si este tipo de conducción se repite de manera frecuente, lo único que haremos será desgastar la válvula EGR (una pieza con una reparación muy costosa).
Al igual que es dañino, para nuestro turbo, conducir a un número de revoluciones muy bajo, también lo será hacerlo pasado de vueltas, es decir, con unas revoluciones por encima de lo normal. Lo único que se consigue con este tipo de conducción es acelerar el desgaste de las piezas más importantes del motor. Por lo tanto, lo ideal es llevar el coche en su punto óptimo de revoluciones por minuto, cuidando y alargando, de esta manera, la vida de nuestro turbo.
Cuidar el turbo del coche desde el arranque
Es el primer paso para conducir, cuando arrancamos hemos de esperar a que nuestro motor coja la suficiente temperatura para asegurarnos de que el turbo está lubricado de manera correcta. Esta acción será todavía más importante en los días fríos de invierno. La manera correcta de actuar sería arrancarlo un minuto o dos antes de iniciar la marcha, lo importante es asegurarnos de que el aceite del motor lubrique todas las piezas del motor con turbo.
Otra acción que debes evitar a toda costa es acelerar a la par que arrancas. Este acto solo conseguirá someter al motor a un esfuerzo extra, aparte de estar sin lubricación, más aun en los coches turbodiésel. Por otro lado, una acción que si es recomendable (para cuidar el turbo del coche) es arrancar nuestro coche con turbo presionando el pedal de embrague, sin pisar el acelerador.
La importancia de apagar el motor correctamente
¿Qué sueles hacer cuando llegas a tu destino? ¿Quitas el contacto y apagas el coche directamente? Si haces esto permítenos decirte que tienes que cambiar ese hábito de inmediato. Lo ideal en un coche con turbo, cuando llegas a tu destino, es dejar reposar al ralentí el motor de tu coche durante unos segundos/minutos. Esta costumbre será todavía más útil cuando la conducción previa a la llegada ha sido agresiva, con numerosos acelerones y frenazos.
El objetivo de esta acción es que el turbo se enfríe y, mientras tanto, se lubrique de manera correcta, sin rozamientos que puedan causar una avería del turbo. Además de ello, si apagamos el contacto de nuestro coche nada más llegar a nuestro destino, el aceite del interior de nuestro motor se carbonizará, siendo esto dañino para el mismo.
Si quieres apretar, que sea en caliente
El último consejo parece obvio pero quizás mucha gente no lo sepa. Si tienes pensado exprimir tu coche turbodiésel, es decir, sacar toda la potencia del motor, lo ideal es que lo hagas cuando el motor tenga una temperatura entre los 80º y 90º, de esta manera nos aseguraremos de que este está bien lubricado.
Si por el contrario realizamos una conducción agresiva con nuestro motor frío, una de las piezas que más sufrirá es el turbocompresor (y ya sabemos que pequeño no es el coste de esta avería). Además de poder provocar daños por rozamiento en el motor, y de disminuir la vida útil del mismo, este comportamiento en carretera solo hará que el consumo de gasolina/diésel se dispare. Lo ideal es que en frío, nuestro vehículo turbo no supere las 2.000 revoluciones por minuto, sino el aceite puede cristalizarse por los cambios bruscos de temperatura.