La figura del aval es un recurso presente en numerosas transacciones bancarias. Sobre todo, aparece cuando los usuarios buscan importes elevados de dinero como, por ejemplo, en el caso de una hipoteca o de un préstamo personal para comprar un coche, entre otras. Es en estas situaciones cuando la entidad bancaria solicita un aval como garantía por asumir un mayor riesgo. A continuación, en este artículo de Precio.com vemos al detalle qué es un aval, cómo funciona y qué tipos existen.
📌 Índice
Qué es y cuándo entra en funcionamiento
Como se ha mencionado, es una especie de garantía ante una obligación de carácter económico, ya sea en bienes o en dinero. En suma, es una garantía de pago. En caso de incumplimiento de las obligaciones pactadas en el contrato correspondiente, será el avalista quien asuma esta responsabilidad y se comprometa a pagar en su lugar.
Por tanto, el avalista es aquel que asume el cumplimiento de obligaciones del usuario avalado en caso de desobediencia por parte de este último. Por lo que la obligación del avalista solo y únicamente entrará en funcionamiento si el beneficiario del aval desatiende sus deberes de pago.
¿Me perjudica ser avalista?
Ser avalista no tiene repercusiones negativas. Generalmente, es un recurso muy habitual en cualquier tipo de transacciones y la gran mayoría de veces no es necesario que este asuma la obligación económica. Eso sí, hay que tener presente de que existe la posibilidad de que tengamos que hacer frente al pago de una determinada cantidad de dinero, por lo que es una decisión que debemos meditar con tranquilidad.
Para ser avalista de, por ejemplo, una hipoteca, hay que cumplir una serie de requisitos y generalmente coinciden con los de la persona que la solicita. Los más comunes son:
- Disponer de ingresos regulares y suficientes: es necesario contar con ingresos estables que brinden la capacidad de hacer frente a los pagos.
- No figurar en listas de morosos y no tener grandes deudas. Sí aquellos que tengan deudas de poca cuantía. Generalmente no podrá serlo un usuario que tenga una hipoteca o varios préstamos personales elevados.
- Contar con patrimonio: inmuebles totalmente pagados.
Sin embargo, los requisitos que se le exijan variarán en función de las condiciones del préstamo, hipoteca o producto financiero solicitado y podrán ser más o menos flexibles.
Este recurso es una de las formas de conseguir que el prestamista asuma el riesgo de dejar una cantidad de dinero más elevada; un ‘colchón’ para aquel que presta el dinero.
Tipos de avales
Principalmente podríamos diferenciar entre dos tipos de avales: los personales y los bancarios.
- Los personales son aquellos en los que una tercera persona física asume el cumplimiento de las obligaciones en caso de que el usuario avalado no lo haga. Por ejemplo: cuando solicitamos un préstamo elevado, el banco nos pide un aval y un familiar se presta. En caso de impago, este familiar asumiría las obligaciones correspondientes.
- En el caso del aval bancario, como su propio nombre indica, es el banco quien se encarga de hacer frente a la deuda. Generalmente, el usuario paga una cantidad al banco cada mes para que la entidad asuma la deuda en caso de ser necesario.