Con la potente implantación de la banca a distancia, el uso de las tarjetas bancarias, bien sea de crédito o débito, ha ido extinguiéndose. Cada vez es más común pagar con nuestros móviles o con herramientas completamente digitales. Las entidades han tomado esto muy en serio y han adaptado su modelo de negocio añadiendo cuentas completamente virtuales. Es decir, cuentas nativas virtuales y que no requieren de ningún tipo de domiciliación física. Y todo con una única tarjeta virtual.
Pagar todo en línea con una tarjeta virtual
El consumo de productos en línea ha crecido de una manera descomunal. Ya es prácticamente cotidiano pagar productos en Amazon o suscripciones a Netflix o Spotify. Con esto, también la desconfianza de las personas a la hora de dar los datos de su tarjeta bancaria en una plataforma digital. Básicamente, el temor es a escribir aquella información que puede llevar a una clonación de una tarjeta bancaria.
Sin embargo, la desconfianza de proveer tus datos bancarios a una web ha disminuido notablemente con un servicio relativamente reciente de las grandes entidades. En este caso se trata de tarjetas completamente virtuales que están dotadas tanto de número como PIN y fecha de vencimiento. Para tranquilidad del usuario, no aportan ningún otro dato que pueda llegar a ser sensible a la hora de darla a un tercero.
Al mismo tiempo, hay algo que las hace de especial interés y atractivo, y es que se puede decidir el límite de crédito para que el consumo sea completo. La entidad emisora de la tarjeta nos permiten pagar y regular cuánto dinero habrá disponible para reducir, aún más, cualquier caso de robo o posibilidad de usurpación de identidad. También se elimina el riesgo de que se nos pierda la tarjeta y con esto los dolores de cabeza para bloquearlas o recuperarlas.
Las tarjetas virtuales de las que estamos hablando siempre serán digitales. Jamás tendrán un soporte físico. De hecho, no podrán pasarse por un datáfono o usarse en transacciones presenciales en cajeros automáticos.
Seguridad y privacidad garantizadas
Esta nueva forma de pago se ha ido posicionando en los últimos meses con la incorporación de este servicio por parte de más bancos. Usarla no tiene ninguna diferencia a como hacemos con cualquier tarjeta de uso regular. Elegimos en las modalidades de pago, el pago con tarjeta, y listo.
Es importante destacar que no hay ninguna cuota fija que pagar ni tasas para su obtención o manutención. Algo que sí es imprescindible, lógicamente, es tener una relación preexistente con la entidad bancaria que emitirá esta tarjeta virtual. Principalmente, porque el dinero que costeará los consumos que con ella se hagan deberán provenir de la cuenta principal. Si ya tenemos una cuenta de ahorros en una entidad, no hará falta cambiar de banco.
Los expertos afirman que el uso de las tarjetas virtuales fomenta un gasto mucho más reflexivo por parte de sus usuarios. Es decir, meditamos un poco más a la hora de hacer clic en el botón de pagar, dado que para esto, primero tendremos que entrar en la aplicación bancaria y destinar el dinero para el fin en concreto.
El concepto de la tarjeta virtual llegó con la intención de aumentar la confianza de los usuarios a la hora de realizar transacciones en línea. Son plenamente confiables, atractivas, cómodas y nos ahorran un montón de preocupaciones.
Hoy en día casi todas las entidades bancarias cuentan ya con la oferta de este servicio, una tarjeta virtual puede estar en cualquier lugar. Algunas de las más utilizadas son las de BBVA, que no tiene ni cuotas ni comisiones, al igual que la que ofrece BANKIA o Evo Banco, que incluso da la posibilidad de disponer de más tarjetas de débito.